jueves, 16 de septiembre de 2010

LA MENTE Y LA GENTE DE LA CIUDAD

LA MENTE Y LA CIUDAD DE LA GENTE

Jorge Luis Narváez T
barrabas90@yahoo.es

Las relaciones de comunicación en una ciudad son parecidas a las reacciones de la mente que resuelve complejas divagaciones. Caminos y arteria, vías y aortas son recorridas por sangre y personas, mujeres sabias o extravagantes vagabundos. Lo exótico y lo tradicional, el mercado y la Sala de los concejales, son fenómenos que aparecen el instante urbano, que circulan por las fibras de la piel, una masa energética y poblada. La Ciudad puede caer en coma. Un paro detiene los movimientos y ritmos de la urbe. La Ciudad es ambiciosa, crece de mil maneras con tumores malignos y traumas psicosociales. La ciudad se muere del hambre y aparecen nuevas ofertas gastronomicas. La ciudad desea y aumentan los moteles y los burdeles se refinan. Juntas parroquiales, hemisferios cerebrales, cámaras edilicias, apetencias egoísmos y delicias. Nido de vanidades la ciudad es la pituitaria donde se aloja la corrupción aplaudida, donde hay transeúntes que sueñan en poesía y en dolares mientras construyen su paisaje arquitectónico, donde los jueces vestidos de túnicas blancas arbitran la conciencia popular, los actos y el tipo de delincuentes. La ciudad resuelve día a día difíciles entramados sociales, cientos de discapacitados se introducen en edificios minusválidos, la realidad multiplicada de un corazón congestionado, iluminado, con presentimientos. La ciudad el fin de semana es un hervidero de expectativas y adrenalina pura. Y en la semana laboral hay más vagos que gente activa pero hay quienes trabajan el doble como organismos unicelulares que forman plaquetas de interesante creatividad y complementa la nula actividad de participación ciudadana y el escaso involucramiento en las acciones de turismo, recreación social y entretenimiento multicultural. Así como nos faltan defensas y somos inmunes a muchas reacciones y alergias, somos vulnerables los que andamos en bicicletas, de que nos atropellen y nos asesinen.
Faltan vitaminas, ciclovías, libros, señalética ciudadana. Nos olvidamos de la salud mental y no buscamos sitios de interpretación ecológica y nos falta egoísta e indiferente, recordar que la ciudad también necesita de personas que la amen y que se amen entre ellos, ya seamos mafiosos o payazos, shamanes o profesores, concejalas o pintores. Un ex alcalde me decía recientemente que alguna gente ocupa ciertos cargos públicos y se encierran en una burbuja de un metro cuadrado, gente reptil que busca sobrevivir a costa de joder a otros, sin pensar en nada ni en nadie. Depredadores. La política es rica en ideas, la democracia de por si es una creación cultural, mental, plagada de instantes que enriquecen nuestra vida. Esta es una reflexión orgánica de la ciudad, la gente y la mentalidad abiertamente humana. La ciudad se volvió loca. Tiene 130 mil locos, tienen una mente brillante, aman su ciudad, aunque la renieguen íntimamente, les intriga y les encarcela, les hunde en un laberinto blanco y entre el colapso y la evolución la ciudad piensa y la mente recoge de la ciudad su memoria y su cerebro. Recordemos la ciudad, pensemos en ella. No como el universo sino como una estrella .



EXCLUSIVO LA PLENA

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